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viernes, 31 de julio de 2015

El GIFF, un adulto inmaduro


El domingo pasado concluyó una edición más del Festival Internacional de Cine Guanajuato (GIFF), la número 18, y con ésta yo cumplo ya 10 años acudiendo a este festival de manera ininterrumpida.

A diferencia de los dos años pasados, en los que acudí como público y como invitado (con una acreditación de chocolate, porque en realidad no me sirvió para nada), este 2015 volví al GIFF con doble participación; primero, con un cortometraje que dirigí en la Selección Oficial (titulado “El guión”), y segundo, como parte del equipo del CCC en el 7º Rally Universitario (donde hicimos el corto “¡Están curados!”).

La llegada del GIFF a la edad adulta se dio con Turquía como país invitado de honor, “Mexicomorfosis” como temática central (celebrando 100 años de la publicación de “La metamorfosis” de Kafka) y, sobre todo, en medio de la polémica por el recorte presupuestal que sufrió de parte del Gobierno del Estado bajo la justificación de que este evento “no deja”, según palabras del propio gobernador. Esta situación llevó a los organizadores a sacrificar muchas cosas.

Empezando por ahí, ¿se sintió este recorte? La verdad es que SÍ. De entrada, la pérdida más evidente fue el Auditorio del Estado como sede principal, que aunque los organizadores alegaron se trataba de una estrategia para concentrar esta vez todas las actividades del festival en el centro de la ciudad, lo cierto es que se volvió más disperso, más confuso y más complicado.

Por otro lado está la ausencia total de nombres atractivos entre los invitados internacionales. Ni siquiera hubo esta vez un Homenaje Internacional. Y aunque la falta de recursos empezó a sentirse desde el año pasado, aún figuraban Anton Corbijn y Roger Corman como homenajeados, que a pesar de no ser tan seductores para el gran público como Burton, Stone, Jonze, Greenaway, Aronofsky o Boyle, su presencia resulta igualmente valiosa. Este año, la visita de Corbijn una vez más, ahora para presentar su nueva película “Life”, inevitablemente supo a recalentado.

No me siento con la autoridad de juzgar muchas de las cosas que sucedieron en esta edición del festival, pues a las actividades en San Miguel solo acudí un día, en el que pude ver dos películas de la competencia de largometraje internacional y nacional, y en Guanajuato estuve filmando el cortometraje del Rally. Pero por lo poco que pude apreciar, y sondeando a mis amigos y familiares que asistieron, puedo decir que ha sido en definitiva una de las entregas más pobres del GIFF.

Algo que persiste como un tumor maligno y que continúa expandiéndose peligrosamente en este festival es su deficiente organización. Siguen los voluntarios prepotentes o absolutamente desinformados, la falta de coordinación y comunicación interna (nadie sabe lo que pasa), funciones y actividades programadas con amplios retrasos, proyecciones con problemas de sonido e imagen (archivos de películas dañados), problemas con las reservaciones de hotel, falta de Planes B ante causas externas que pueden afectar el programa como las condiciones del tiempo, etc.

En San Miguel de Allende, por ejemplo, nunca pudieron resolverme el asunto de mi acreditación. Como ya había hecho previamente mi registro como parte del Rally, no podían darme también la de Realizador en competencia, pero supuestamente respetarían mis beneficios como tal. Pues no fue así, no pudieron darme siquiera un catálogo, y ya ni hablar de la bonita mochila. Un ejemplo más, cuando acudí a la proyección de nuestro corto en el Auditorio de la UG (programada a las 10 a.m.), subí las quinientas escaleras rápidamente porque ya iba un poco tarde y una chica de la organización me dijo que no habría nada ahí hasta las 12 p.m. la inauguración. Le insistí que el bloque de cortos donde estaba el que yo dirigí lo pasarían ahí a esa hora, y me dijo que mejor pasara a ver. Eso hice y claro que me topé con la proyección ya iniciada, las luces apagadas y una sala casi llena. ¿Qué nunca vio a toda esa gente subir? Por último, un buen amigo que acudió las asesorías de Incubadora me contó que ninguna de sus tres citas pactadas pudieron concretarse y que lo mandaron con otras personas, así, de improviso.

Creo que el GIFF necesita una renovación profunda y en un ejercicio de absoluta honestidad, darse cuenta de cuáles son sus posibilidades actuales reales. Si el presupuesto es de 5 millones, no pueden seguir pretendiendo ser el festival de 15 millones que fueron alguna vez. Adiós a tantas alfombras rojas molestas (ahora hasta con Proyecto Glamour y no-sé-qué) y hola a todo lo que hizo y hace de este festival lo que es: las películas. Creo que el cine necesita volver a ser el protagonista de esta fiesta. Creo que el GIFF necesita volver a ser un poco más Expresión en Corto. A lo mejor ayudaría tener un par de nuevos programadores invitados, quizás hasta un nuevo Director Artístico que ayude a Sarah Hoch, como Directora General, a darle un nuevo aire al festival. Porque no sé, pareciera que el actual equipo está agotado. Pero bueno, es un poco atrevido de mi parte decir todo esto, en realidad no tengo idea de cómo se realizan las cosas al interior del Comité Organizador.

Más ideas como la de Series Lab vendrían muy bien. Esta iniciativa fue, sin duda, la joya de la edición número 18 del GIFF. La celebro mucho. Aunque apenas pude acudir al último panel sobre “Casos de éxito”, estuve muy al tanto de este proyecto y creo que fue una gran aportación al festival.

A pesar de todo, el Festival de Guanajuato será siempre el más querido por mí, personalmente. Como dije el año pasado en este mismo espacio, es el evento que me formó como cinéfilo guanajuatense y el que me convenció de dedicar mi vida al cine. Fue en el primer festival en el que participé como director y en el que se han exhibido todos mis trabajos. Es por eso que señalo todo esto, porque hay problemas aquí que deben ser solucionados, pues tan solo la idea de una posible desaparición del GIFF me resulta escalofriante. Al menos tengan por seguro que, si eso estuviera por pasar, yo alzaría la voz (junto con un montón más) y NO lo permitiríamos. Pero por favor, GIFF, vuelve a tu esencia. La adolescencia ya quedó atrás, ahora eres un adulto inmaduro, pero confío en que pronto eso cambie… ¡El GIFF sí deja!


Columna para Guanajuato Informa.

martes, 28 de julio de 2015

¿De dónde vienen las ideas?


¿Qué es una idea? Creo que nadie lo sabe a ciencia cierta. Al parecer una idea lo es todo, pero a la vez no es nada, absolutamente nada. Sin embargo los guionistas gastamos buena parte de nuestro tiempo buscando ideas, porque las necesitamos, porque son materia prima de nuestro trabajo. Pero, ¿de dónde es que vienen? Si acaso existe algún lugar misterioso en el que habitan, celosamente resguardadas y al que muy pocos tienen acceso, ¿dónde está? ¿quién o quiénes tienen las llaves?

La inspiración, ese estado de éxtasis en el que supuestamente logramos alcanzar el reino de las ideas (supraconciencia) y traerlas con nosotros al espacio de trabajo (conciencia), nunca completas, nunca puras; es cada vez más difícil de encontrar. La famosa visita de la musa. Sobre cómo alimentar a nuestra musa para tenerla a nuestro lado más tiempo, Ray Bradbury dice: “Los que más se esfuerzan acaban ahuyentándola al bosque. Los que le vuelven la espalda y se pasean despreocupados, silbando bajito entre dientes, la oyen andar tras ellos con cautela, atraída por un desdén cuidadosamente adquirido.”[1]

Podemos pasar horas leyendo, caminando en círculos, sentados en el escritorio con lápiz en mano (¿aún hay lápices?) esperando que alguna buena idea aparezca de pronto y nos deje iniciar o continuar con nuestro trabajo, pero muy pocas veces tenemos éxito. En cambio, todos hemos experimentado aquéllos episodios en los que una aparente tormenta de ideas nos golpea mientras viajamos apretujados en el metro, o cuando estamos en la regadera, a punto de cruzar una avenida, en medio de una charla aburrida, o esperando bajo el toldo de algún negocio del centro a que pare la lluvia.

Esos episodios de supuesta "iluminación", que también suelen ocurrir a mitad de la madrugada y nos tienen garabateando en la oscuridad en algún cuadernito que encontramos junto a la cama, muchas veces son un auto-engaño. Como nos contó una vez alguien en la escuela, al día siguiente es común encontrar que estas maravillosas notas nocturnas apenas dicen: “Chico conoce a chica”. No nos sirven de mucho. Hay que aceptar que nuestras libretas y notas de la computadora están principalmente llenas de “ideas” vacías, sin potencial.

Todo, dicen, empieza por una idea; pero una idea es algo tan abstracto que en realidad no cuenta. No se registran ideas en Derechos de Autor, por ejemplo, porque una idea no es una OBRA. No podemos hacer una película sólo con una idea (buena, mala o regular).

Después de la –milagrosa– manifestación de la idea, debemos emprender un largo y complicado camino en el que el primer paso es identificar si ésta puede o no ser una película. A lo mejor pide ser un cuento, o una canción, o una pintura… o nada, si insisto con mi pesimismo. Las ideas NO SON HISTORIAS. Las ideas NO SON PELÍCULAS.

Lo cierto es que ese espacio único en el que habitan las ideas no existe en lo absoluto. Podemos encontrarlas en todos lados porque están en todos lados, pero están ocultas, tenemos que aprender a identificarlas, a leerlas. ¿Y cómo hacerlo? Pues como dice Bradbury: alimentando a la musa. Alimentándola diariamente con todas esas obras en las cuales podemos rastrear la idea primigenia que las trajo a la vida. TODAS la tienen, porque todas partieron de ahí.

En México, a diferencia de Estados Unidos, en el cine aún podemos encontrarnos con ideas “originales”, que no parten de bestsellers, remakes, reboots, secuelas o precuelas. Aquí seguimos a la espera de esa “gran idea”. Por eso nuestra tarea es estar atentos siempre, pues no sabemos de dónde puedan venir, incluso sin que éstas sean invocadas. Pero si es necesario ir a buscarlas porque ya no tenemos tiempo, hay que caminar directo a donde está lo que necesitamos. Tener una ruta trazada y viajar con brújula.

Lo primero es un punto de partida…

¿De dónde partir?

De una IMAGEN
Algo que vimos a través de la ventana de nuestra habitación, o en un cuadro, o en una fotografía, o en un videoclip... Una imagen a la que le daremos sentido después, cuando sea momento de encontrar la historia.

De una EMOCIÓN
Algo que sentimos con fuerza desde las entrañas y que queremos transmitir, primero a la obra, y después la obra al público.

De un TEMA
Porque nos interesa hablar de él. Puede ser tan ambiguo como “la soledad”, o tan concreto como “las desapariciones forzadas en Guerrero”.

De un ¿Y SI…?
Echando a volar la imaginación, buscando las posibilidades en donde queramos, planteando una tesis: “Y si un hombre que nunca conoció a su padre descubre…” “Y si un niño introvertido se encuentra con…”

De un ¿Y SI MEJOR…?
Cuando vemos una película o leemos una novela y el planteamiento original “¿Y si…?” se va por un lado inesperado y creemos que hay otro camino que puede ofrecer mejores ­­­–o por lo menos diferentes– posibilidades.

De un RECUERDO
Escarbando en el terreno de la memoria (subconciencia), en ese pasado que nos ha edificado como personas, que nos tiene hoy aquí, escribiendo.

De una ANÉCDOTA
Algo que nos ocurrió, que le ocurrió a un amigo, que le ocurrió al vecino, que le ocurrió al taxista.


El chispazo de la idea se esfuma muy pronto, por lo que es necesario materializarla de inmediato y dejarla enfriar. Ya después, cuando podamos apreciarla desde afuera, sabremos si tenemos frente a nosotros la semilla de una historia. Si descubrimos que no, hay que volver a intentarlo… y cuanto antes, MEJOR.

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[1] Bradbury, Ray “Zen en el arte de escribir”. Ediciones Minotauro, 1995.


Columna para Plot Point.