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viernes, 14 de agosto de 2015

¿De quién es la película?


La semana pasada se estrenó en Estados Unidos, México y muchas otras partes del mundo la nueva versión cinematográfica de “Los 4 fantásticos”, en esta ocasión dirigida por Josh Trank y protagonizada por Miles Teller, Kate Mara, Jamie Bell y Michael B. Jordan.

La trayectoria cinematográfica de este famoso equipo de superhéroes de Marvel ha estado llena de tragedias. En 1994, una versión producida por el legendario Roger Corman nunca llegó a ver la luz, y en 2005, Tim Story presentó la versión que más recordamos (con Jessica Alba y Chris Evans), que aunque fue verdaderamente mala, al menos tuvo una segunda parte (aún peor) en 2007.

Antes de que la visión de Josh Trank llegara a los cines este año ya se empezaba a prever el desastre, aunque yo confieso que le tenía un poco de fe. ¿Por qué? Pues porque las imágenes del primer teaser eran prometedoras, porque Josh Trank había dirigido “Chronicle” y porque, pensaba, nada podía ser peor que las películas de Tim Story.

El primer síntoma importante de que algo andaba mal se presentó el 19 de abril, cuando estaba en pleno apogeo la “Star Wars Celebration” en Anaheim, California. Tiempo antes, Josh Trank había sido elegido como director de una de las películas antológicas de Star Wars (que se estrenarán entre cada episodio de la nueva trilogía), misma que hoy sabemos tratará sobre Han Solo. Pues bien, Trank debió estar ahí presente para el panel, pero no lo hizo. En su cuenta de twitter publicó: “Hola a todos. Estoy muy, muy triste de haberme perdido lo de hoy. Es el peor resfriado de mi vida. Escuché que le fue hermoso a Gareth. Será el próximo año.” (Se refiere a Gareth Edwards, director de la primera película antológica: “Rogue One”).

Ahí empezaron a correr los rumores que aseguraban que la relación de Trank con la producción de la película era conflictiva y le habían pedido que no acudiera a Celebration. Poco después esto quedó confirmado cuando el mismo Trank anunció su “salida” del proyecto, agradeciendo a Disney y Lucasfilm la experiencia, pero argumentando que ahora quería “perseguir oportunidades creativas originales”. Era evidente para muchos que la producción lo había orillado a tomar esta decisión, ¿pero por qué? Al parecer porque la Fox estaba muy descontenta con los resultados del director frente a “Los 4 fantásticos” y Disney no quería arriesgar.

Finalmente la película arribó a las salas hace unos días para dejar en evidencia que todo aquí había sido un caos. Yo debo aclarar que aún no la veo (soy demasiado pobre para gastar 70 pesos en una película mala), pero he escuchado y leído los peores comentarios de TODAS partes. “Los 4 fantásticos” de Trank es sin duda el mayor desastre cinematográfico del año. La crítica la destrozó (8% de aprobación en Rotten Tomatoes) al igual que el público (3.9 de puntuación en IMDb).

¿Pero quién tuvo la culpa de todo eso? Nunca lo sabremos. Trank, en un polémico tweet, dice que Fox y muchos apoyan esta teoría, pues se sabe que el estudio le quitó el corte final de la película e hizo con ella lo que quiso. Pero también se dice que Trank es una persona absolutamente conflictiva y Fox alega que éste nuca tuvo claridad de su trabajo ni supo liderar a su equipo en la producción, y por eso tuvo que entrar a “rescatarla”.

Por eso la reflexión de esta semana: ¿De quién es la película? ¿Del director o del estudio?

Pues sí, es obvio, la obra le pertenece al estudio porque es quien la produce. Pero la visión y su concepción es responsabilidad entera de los artistas contratados por dicho estudio para realizarla: director, guionista, fotógrafo, reparto, y un largo etcétera.

Y aunque todo es demasiado claro en un principio, quisiera llevar la reflexión un poco más allá. Yo estoy convencido de que la película, en realidad, le pertenece al PÚBLICO. Los artistas detrás de ella están trabajando todo el tiempo para quienes la irán a ver (o al menos eso deberían hacer), al igual que la compañía productora.

No puedo evitar pensar en el legado de Star Wars y la relación que los fans de este universo con su creador, George Lucas. Todo lo referente a esta Galaxia (muy, muy lejana) ya no es de Lucas, sino de todos nosotros, los fans. Por eso lo podemos cuestionar y sentirnos decepcionados por Jar Jar, los midi-chlorians, el disparo de Greedo, las restauraciones y el CGI. Ahora es al público al que le pertenece todo esto, es parte de su cultura, y así fue desde el principio.

Al final podría asegurar que Trank quería hacer la película que más agradara a la audiencia, a los fans del cómic y a los no fans, pero Fox también tenía en mente al público (¿un público distinto?) al momento de intervenir y quitársela de las manos. Quizás la visión original del director era una obra maestra, o quizás pudo ser un desastre aún mayor. De nada de esto estaremos seguros nunca, porque el público no puede más que juzgar lo que ve en pantalla, que en realidad es lo ÚNICO que cuenta.


Columna para Guanajuato Informa.

viernes, 31 de julio de 2015

El GIFF, un adulto inmaduro


El domingo pasado concluyó una edición más del Festival Internacional de Cine Guanajuato (GIFF), la número 18, y con ésta yo cumplo ya 10 años acudiendo a este festival de manera ininterrumpida.

A diferencia de los dos años pasados, en los que acudí como público y como invitado (con una acreditación de chocolate, porque en realidad no me sirvió para nada), este 2015 volví al GIFF con doble participación; primero, con un cortometraje que dirigí en la Selección Oficial (titulado “El guión”), y segundo, como parte del equipo del CCC en el 7º Rally Universitario (donde hicimos el corto “¡Están curados!”).

La llegada del GIFF a la edad adulta se dio con Turquía como país invitado de honor, “Mexicomorfosis” como temática central (celebrando 100 años de la publicación de “La metamorfosis” de Kafka) y, sobre todo, en medio de la polémica por el recorte presupuestal que sufrió de parte del Gobierno del Estado bajo la justificación de que este evento “no deja”, según palabras del propio gobernador. Esta situación llevó a los organizadores a sacrificar muchas cosas.

Empezando por ahí, ¿se sintió este recorte? La verdad es que SÍ. De entrada, la pérdida más evidente fue el Auditorio del Estado como sede principal, que aunque los organizadores alegaron se trataba de una estrategia para concentrar esta vez todas las actividades del festival en el centro de la ciudad, lo cierto es que se volvió más disperso, más confuso y más complicado.

Por otro lado está la ausencia total de nombres atractivos entre los invitados internacionales. Ni siquiera hubo esta vez un Homenaje Internacional. Y aunque la falta de recursos empezó a sentirse desde el año pasado, aún figuraban Anton Corbijn y Roger Corman como homenajeados, que a pesar de no ser tan seductores para el gran público como Burton, Stone, Jonze, Greenaway, Aronofsky o Boyle, su presencia resulta igualmente valiosa. Este año, la visita de Corbijn una vez más, ahora para presentar su nueva película “Life”, inevitablemente supo a recalentado.

No me siento con la autoridad de juzgar muchas de las cosas que sucedieron en esta edición del festival, pues a las actividades en San Miguel solo acudí un día, en el que pude ver dos películas de la competencia de largometraje internacional y nacional, y en Guanajuato estuve filmando el cortometraje del Rally. Pero por lo poco que pude apreciar, y sondeando a mis amigos y familiares que asistieron, puedo decir que ha sido en definitiva una de las entregas más pobres del GIFF.

Algo que persiste como un tumor maligno y que continúa expandiéndose peligrosamente en este festival es su deficiente organización. Siguen los voluntarios prepotentes o absolutamente desinformados, la falta de coordinación y comunicación interna (nadie sabe lo que pasa), funciones y actividades programadas con amplios retrasos, proyecciones con problemas de sonido e imagen (archivos de películas dañados), problemas con las reservaciones de hotel, falta de Planes B ante causas externas que pueden afectar el programa como las condiciones del tiempo, etc.

En San Miguel de Allende, por ejemplo, nunca pudieron resolverme el asunto de mi acreditación. Como ya había hecho previamente mi registro como parte del Rally, no podían darme también la de Realizador en competencia, pero supuestamente respetarían mis beneficios como tal. Pues no fue así, no pudieron darme siquiera un catálogo, y ya ni hablar de la bonita mochila. Un ejemplo más, cuando acudí a la proyección de nuestro corto en el Auditorio de la UG (programada a las 10 a.m.), subí las quinientas escaleras rápidamente porque ya iba un poco tarde y una chica de la organización me dijo que no habría nada ahí hasta las 12 p.m. la inauguración. Le insistí que el bloque de cortos donde estaba el que yo dirigí lo pasarían ahí a esa hora, y me dijo que mejor pasara a ver. Eso hice y claro que me topé con la proyección ya iniciada, las luces apagadas y una sala casi llena. ¿Qué nunca vio a toda esa gente subir? Por último, un buen amigo que acudió las asesorías de Incubadora me contó que ninguna de sus tres citas pactadas pudieron concretarse y que lo mandaron con otras personas, así, de improviso.

Creo que el GIFF necesita una renovación profunda y en un ejercicio de absoluta honestidad, darse cuenta de cuáles son sus posibilidades actuales reales. Si el presupuesto es de 5 millones, no pueden seguir pretendiendo ser el festival de 15 millones que fueron alguna vez. Adiós a tantas alfombras rojas molestas (ahora hasta con Proyecto Glamour y no-sé-qué) y hola a todo lo que hizo y hace de este festival lo que es: las películas. Creo que el cine necesita volver a ser el protagonista de esta fiesta. Creo que el GIFF necesita volver a ser un poco más Expresión en Corto. A lo mejor ayudaría tener un par de nuevos programadores invitados, quizás hasta un nuevo Director Artístico que ayude a Sarah Hoch, como Directora General, a darle un nuevo aire al festival. Porque no sé, pareciera que el actual equipo está agotado. Pero bueno, es un poco atrevido de mi parte decir todo esto, en realidad no tengo idea de cómo se realizan las cosas al interior del Comité Organizador.

Más ideas como la de Series Lab vendrían muy bien. Esta iniciativa fue, sin duda, la joya de la edición número 18 del GIFF. La celebro mucho. Aunque apenas pude acudir al último panel sobre “Casos de éxito”, estuve muy al tanto de este proyecto y creo que fue una gran aportación al festival.

A pesar de todo, el Festival de Guanajuato será siempre el más querido por mí, personalmente. Como dije el año pasado en este mismo espacio, es el evento que me formó como cinéfilo guanajuatense y el que me convenció de dedicar mi vida al cine. Fue en el primer festival en el que participé como director y en el que se han exhibido todos mis trabajos. Es por eso que señalo todo esto, porque hay problemas aquí que deben ser solucionados, pues tan solo la idea de una posible desaparición del GIFF me resulta escalofriante. Al menos tengan por seguro que, si eso estuviera por pasar, yo alzaría la voz (junto con un montón más) y NO lo permitiríamos. Pero por favor, GIFF, vuelve a tu esencia. La adolescencia ya quedó atrás, ahora eres un adulto inmaduro, pero confío en que pronto eso cambie… ¡El GIFF sí deja!


Columna para Guanajuato Informa.

martes, 28 de julio de 2015

¿De dónde vienen las ideas?


¿Qué es una idea? Creo que nadie lo sabe a ciencia cierta. Al parecer una idea lo es todo, pero a la vez no es nada, absolutamente nada. Sin embargo los guionistas gastamos buena parte de nuestro tiempo buscando ideas, porque las necesitamos, porque son materia prima de nuestro trabajo. Pero, ¿de dónde es que vienen? Si acaso existe algún lugar misterioso en el que habitan, celosamente resguardadas y al que muy pocos tienen acceso, ¿dónde está? ¿quién o quiénes tienen las llaves?

La inspiración, ese estado de éxtasis en el que supuestamente logramos alcanzar el reino de las ideas (supraconciencia) y traerlas con nosotros al espacio de trabajo (conciencia), nunca completas, nunca puras; es cada vez más difícil de encontrar. La famosa visita de la musa. Sobre cómo alimentar a nuestra musa para tenerla a nuestro lado más tiempo, Ray Bradbury dice: “Los que más se esfuerzan acaban ahuyentándola al bosque. Los que le vuelven la espalda y se pasean despreocupados, silbando bajito entre dientes, la oyen andar tras ellos con cautela, atraída por un desdén cuidadosamente adquirido.”[1]

Podemos pasar horas leyendo, caminando en círculos, sentados en el escritorio con lápiz en mano (¿aún hay lápices?) esperando que alguna buena idea aparezca de pronto y nos deje iniciar o continuar con nuestro trabajo, pero muy pocas veces tenemos éxito. En cambio, todos hemos experimentado aquéllos episodios en los que una aparente tormenta de ideas nos golpea mientras viajamos apretujados en el metro, o cuando estamos en la regadera, a punto de cruzar una avenida, en medio de una charla aburrida, o esperando bajo el toldo de algún negocio del centro a que pare la lluvia.

Esos episodios de supuesta "iluminación", que también suelen ocurrir a mitad de la madrugada y nos tienen garabateando en la oscuridad en algún cuadernito que encontramos junto a la cama, muchas veces son un auto-engaño. Como nos contó una vez alguien en la escuela, al día siguiente es común encontrar que estas maravillosas notas nocturnas apenas dicen: “Chico conoce a chica”. No nos sirven de mucho. Hay que aceptar que nuestras libretas y notas de la computadora están principalmente llenas de “ideas” vacías, sin potencial.

Todo, dicen, empieza por una idea; pero una idea es algo tan abstracto que en realidad no cuenta. No se registran ideas en Derechos de Autor, por ejemplo, porque una idea no es una OBRA. No podemos hacer una película sólo con una idea (buena, mala o regular).

Después de la –milagrosa– manifestación de la idea, debemos emprender un largo y complicado camino en el que el primer paso es identificar si ésta puede o no ser una película. A lo mejor pide ser un cuento, o una canción, o una pintura… o nada, si insisto con mi pesimismo. Las ideas NO SON HISTORIAS. Las ideas NO SON PELÍCULAS.

Lo cierto es que ese espacio único en el que habitan las ideas no existe en lo absoluto. Podemos encontrarlas en todos lados porque están en todos lados, pero están ocultas, tenemos que aprender a identificarlas, a leerlas. ¿Y cómo hacerlo? Pues como dice Bradbury: alimentando a la musa. Alimentándola diariamente con todas esas obras en las cuales podemos rastrear la idea primigenia que las trajo a la vida. TODAS la tienen, porque todas partieron de ahí.

En México, a diferencia de Estados Unidos, en el cine aún podemos encontrarnos con ideas “originales”, que no parten de bestsellers, remakes, reboots, secuelas o precuelas. Aquí seguimos a la espera de esa “gran idea”. Por eso nuestra tarea es estar atentos siempre, pues no sabemos de dónde puedan venir, incluso sin que éstas sean invocadas. Pero si es necesario ir a buscarlas porque ya no tenemos tiempo, hay que caminar directo a donde está lo que necesitamos. Tener una ruta trazada y viajar con brújula.

Lo primero es un punto de partida…

¿De dónde partir?

De una IMAGEN
Algo que vimos a través de la ventana de nuestra habitación, o en un cuadro, o en una fotografía, o en un videoclip... Una imagen a la que le daremos sentido después, cuando sea momento de encontrar la historia.

De una EMOCIÓN
Algo que sentimos con fuerza desde las entrañas y que queremos transmitir, primero a la obra, y después la obra al público.

De un TEMA
Porque nos interesa hablar de él. Puede ser tan ambiguo como “la soledad”, o tan concreto como “las desapariciones forzadas en Guerrero”.

De un ¿Y SI…?
Echando a volar la imaginación, buscando las posibilidades en donde queramos, planteando una tesis: “Y si un hombre que nunca conoció a su padre descubre…” “Y si un niño introvertido se encuentra con…”

De un ¿Y SI MEJOR…?
Cuando vemos una película o leemos una novela y el planteamiento original “¿Y si…?” se va por un lado inesperado y creemos que hay otro camino que puede ofrecer mejores ­­­–o por lo menos diferentes– posibilidades.

De un RECUERDO
Escarbando en el terreno de la memoria (subconciencia), en ese pasado que nos ha edificado como personas, que nos tiene hoy aquí, escribiendo.

De una ANÉCDOTA
Algo que nos ocurrió, que le ocurrió a un amigo, que le ocurrió al vecino, que le ocurrió al taxista.


El chispazo de la idea se esfuma muy pronto, por lo que es necesario materializarla de inmediato y dejarla enfriar. Ya después, cuando podamos apreciarla desde afuera, sabremos si tenemos frente a nosotros la semilla de una historia. Si descubrimos que no, hay que volver a intentarlo… y cuanto antes, MEJOR.

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[1] Bradbury, Ray “Zen en el arte de escribir”. Ediciones Minotauro, 1995.


Columna para Plot Point.

martes, 26 de mayo de 2015

Los 10 mandamientos del guionista


No, no son los de McKee. Yo sé que son los más famosos, quizás solo un poquito menos que los que diosito talló en unas piedrotas en aquélla última película de Ridley Scott (un diosito niño y muy berrinchudo), pero estos 10 mandamientos son míos. Entiendo muy bien que al hacerlos prácticamente me estoy comparando con McKee, o hasta con diosito mismo, pero bueno, uno tiene que echarle ganas.

Lo cierto es que estas no son más que 10 recomendaciones que yo le haría a cualquier guionista que ande por ahí, y a las que yo mismo debería hacer caso de vez en cuando. Estos “mandamientos” tienen más que ver con el oficio del guionista que con su trabajo en el desarrollo del guión. Aquí los tienen, pues, explicaditos y todo:

1. Terminarás tu guión
Si ya estás aquí y decidiste emprender la aventura de escribir una película, ¡acábala! No hay de otra.

2. Te asumirás como cineasta, no como escritor
Escribir un guión es hacer una película, que nadie se atreva a decir lo contrario. El cine es cine desde el papel, ahí están ya los personajes, las situaciones y la historia, pero también están los planos, el ritmo y el montaje. El guionista es un cineasta.

3. Conocerás tus herramientas
No me refiero a las herramientas físicas como tu computadora, tu software de escritura, o tu máquina de escribir (si eres jipster o viejito), sino a las herramientas narrativas. Y no narrativas así, a secas, sino las propias de la narrativa cinematográfica, como la elipsis, el flashback, el flash forward, la voz en off, el montaje, etc. TODAS ellas son válidas, siempre y cuando estén bien utilizadas.

4. Usarás el formato, pero con rebeldía
Empecemos por aceptar que tú no eres Bergman. Así que, si no acabas de ganar un Oscar o algún premio muy choncho en Cannes, ni tampoco eres hijo(a) o amante de algún millonario que pagará por tus películas y comprará todos tus guiones aunque estén escritos como diosito te dio a entender, el correcto uso del formato es tu mejor carta de presentación. ¿A qué me refiero con que lo uses con rebeldía? Pues a que no te limites demasiado. Tu escritura no tiene que ser tan telegrafiada y tus oraciones tan cortas y simples como dicen. Dale tu toque, haz que la lectura sea agradable y no parezca solo una serie de instrucciones (luego dicen que los guionistas escriben feo, pero porque así nos hacen escribir).

5. Estructurarás
Pienso, al igual que muchos, que el guión es estructura. Hay por ahí quienes se quejan y hasta se burlan de los plot points, de los incidentes incitadores, del clímax, de los tres actos, de los cinco actos, de los 15 tiempos, y en general de los manuales que proponen alguna estructura para que tu película funcione. Yo, a diferencia de ellos, no creo que estas estructuras sean una camisa de fuerza que limite tu creatividad, sino que más bien son una red de seguridad que ayuda a explotar toda esa creatividad, sin que termine desbordándose. Usa la que te convenga más. Modifícala, quita algunas partes, agrega otras, propón una nueva, pero SIEMPRE estructura tu historia cinematográfica.

6. Investigarás
La experiencia vital es siempre importante. Escribir de lo que sé es lo más honesto y auténtico, algo que nunca debe perderse, pero aún así, escribir cine te invita siempre a explorar nuevos territorios, quizás no solo nuevos para ti, sino también para tu público. Así que investiga, todo lo que debas y todo lo que puedas, para que el universo que construyas pueda vivir sin la ayuda de algún aparato de respiración artificial.

7. No buscarás estilo
Cada uno de nosotros tiene una forma única de ver las cosas, una “visión del mundo” propia que se refleja directamente en lo que hacemos, en lo que pensamos, en lo que opinamos y en lo que escribimos. Cada visión se ha construido con nuestras experiencias, nuestro contexto, nuestros viajes, nuestras charlas, nuestra formación, nuestras lecturas y muchas cosas más, por lo que se vuelve irrepetible e inimitable. Cuando escribes tu guión, ahí estás tú, sin más. Eso es estilo, no hay necesidad de buscarlo.

8. Pedirás otras opiniones
Le darás a leer tu guión a algún amigo guionista, o a algún amigo dentista, o a algún amigo taxista. A quien sea, a quien le tengas confianza y de quien quieras (y necesites) su retroalimentación. Hay muchas cosas que tú no puedes ver en tu propia película y que para los demás resalta con fluorescente. Tienes que reconocerlas tú también. Si puedes, entra en algún taller y trabaja ahí tu película durante un tiempo, nutriéndote de los comentarios de tus compañeros. Es de lo más saludable.

9. Leerás otros guiones
Está muy bien que leas muchas novelas, cuentos, ensayos y obras de teatro, y que además veas un montón de películas, pero que no se te ocurra escribir guiones sin aparte de todo eso LEER OTROS GUIONES. Solo con esta práctica podrás entender cómo solucionar muchas cosas y cómo poner correctamente a las palabras en función de las imágenes.

10. No entregarás el primer tratamiento
Esta no es más que mi variación de la última de McKee (no me quería ver tan pirata): "Reescribirás". Creo que está muy claro, ¿no? Ningún primer tratamiento debe considerarse como un guión terminado, ¡nunca! Es una valiosa victoria, sin duda, pero aún nos falta mucho camino.


Columna para Plot Point.

martes, 19 de mayo de 2015

Los guiones nominados al Ariel


La relación del cine mexicano con el premio Ariel es muy curiosa, está basada en el más puro y vibrante amor-odio. En nuestros días es común percibir de parte de ese grupo de artistas, realizadores y productores de cine al que se le suele llamar “la industria” (o entre ellos suelen llamarse así) cierto desdén por la estatuilla y por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), institución que la otorga a lo mejor del cine nacional desde 1947. Al parecer hay una regla no escrita que dicta que lo cool es que no te importe mucho este premio. Pero que no se deje engañar nadie, por favor, pues estando un poquito más cerca de esta “industria” pronto te das cuenta de que los cineastas mexicanos sí quieren un Ariel. Los que ya lo ganaron, lo presumen, y los que no son nominados, hacen berrinche.

Quizás sea un poco injusto limitar esta conducta únicamente hacia el premio Ariel, pues en realidad podemos ver que se replica para prácticamente todos los premios que se otorgan en prácticamente cualquier ámbito. Aún así es cierto que hay una apatía muy particular por el Ariel y por la AMACC, no solo de buena parte de la comunidad cinematográfica, sino de los propios miembros de la Academia, lo cual se demuestra con la ausencia de inscripción de algunas películas y la baja participación de los académicos en los procesos de selección de nominados y ganadores.

Esta apatía parece venir en respuesta a varias circunstancias. La primera de ellas, que la Academia no parece encontrar nunca el rumbo correcto, pues su dinámica puede cambiar mucho de un presidente a otro y dependiendo, sobre todo, del presupuesto con el que cuente en cada ocasión. Presupuestos siempre muy por debajo de lo que requeriría una Academia de este tipo, lo cual ha limitado sus actividades prácticamente a la entrega anual del Ariel (algo de lo más criticado).

La segunda, es que gran problema del Ariel sigue siendo su poco reconocimiento entre el público. La AMACC ha sido señalada muchas veces por su desdén hacia las películas nacionales que llegan a hacer ruido en la taquilla, mismas que no encuentran lugar (casi nunca) entre sus nominadas. Los que hacen este señalamiento argumentan que esa es la razón por la que el gran público no reconoce al Ariel como el mayor premio del cine mexicano. Es una idea ridícula, pues gran parte de estás películas no tiene ni por asomo la calidad necesaria para ser reconocidas por la Academia, lo único que podrían aportarle es celebridades a la alfombra roja de la ceremonia y un poco más de prensa. Hay quienes, aunado a esto, critican justamente el poco glamour de la gala de entrega y lo aburrida que ésta resulta. Otro argumento válido, pero poco relevante. El que el público hoy no conozca al Ariel (una película certificada por una nominación o ganadora de la estatuilla no le concede mucho mientras se oferta en la cartelera) es consecuencia de muchos otros males de los que está plagado nuestro cine y que se arrastran uno tras otros en un letal efecto dominó. Y me refiero, claro, a males como la falta de interés en el público por parte de la mayoría de los realizadores cinematográficos, la injusta distribución y exhibición del cine mexicano en nuestras salas y un prejuicio general por las películas hechas en México.

Y por último hay que señalar la actual existencia de muchos otros premios para el cine mexicano como, por ejemplo, la Diosa de Plata otorgada por el grupo de Periodistas Cinematográficos de México (PECIME), el premio de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica y del Videograma (CANACINE) o el recién creado Premio Iberoamericano de Cine Fénix. Además, claro, de los premios para el cine nacional que otorgan los festivales de cine como el de Morelia, Guanajuato, Guadalajara (Premio Mezcal), Los Cabos, y un largo etcétera.

A pesar de todo esto, algo podemos concluir sin temor alguno a la equivocación: el premio Ariel es el más importante y de mayor prestigio del cine mexicano.

El Ariel ha contado desde su primera edición con una categoría dedicada a reconocer a los mejores guiones. El primer guión (adaptado) en ganar el Ariel fue La barraca, escrito por Libertad Blasco Ibáñez, quien compartió la nominación con Carlos Velo, Emilio Fernández y Mauricio Magdaleno por el guión de Entre hermanos.

A partir de su segunda entrega, el Ariel tiene ya dos categorías para reconocer a los guionistas: Mejor Guión Adaptado y Mejor Argumento Original. Aquí los ganadores fueron José Revueltas por La otra (adaptado) y Alejandro Galindo por Campeón sin corona (original).

A lo largo de su historia, desde 1947 hasta la fecha (aunque fueron suspendidos entre 1958 a 1972) y con un total de 56 entregas realizadas, han sido reconocidos con el Ariel guiones tan importantes como Río escondido(de Emilio Fernández y Mauricio Magdaleno), Una familia de tantas (de Alejandro Galindo), Los olvidados (de Luis Buñuel y Luis Alcoriza), El castillo de la pureza (de Arturo Ripstein y José Emilio Pacheco), Mecánica nacional(de Luis Alcoriza), Presagio (de Luis Alcoriza y Gabriel García Márquez), Misterio (de Vicente Leñero), Lola (de María Novaro y Beatriz Novaro), Rojo amanecer (de Guadalupe Ortega y Xavier Robles), Como agua para chocolate (de Laura Esquivel), Sólo con tu pareja (de Alfonso Cuarón y Carlos Cuarón), Cronos (de Guillermo del Toro), El callejón de los milagros (de Vicente Leñero), Cilantro y perejil (de Carolina Rivera y Cecilia Pérez Grovas), La ley de Herodes (de Fernando León, Jaime Sampietro, Luis Estrada y Vicente Leñero), Crónica de un desayuno(de Sergio Schmucler), Cuento de hadas para dormir cocodrilos (de Ignacio Ortiz), El crimen del padre Amaro (de Vicente Leñero), Temporada de patos (de Fernando Eimbcke), El violín (de Francisco Vargas Quevedo), Luz silenciosa (de Carlos Reygadas), Arráncame la vida (de Ángeles Mastretta y Roberto Sneider), Cinco días sin Nora(de Mariana Chenillo), La demora (de Laura Santullo) y El premio (de Paula Markovitch).

Este 2015, la entrega número 57 Ariel se realizará el 27 de mayo en el Palacio de Bellas Artes y entre los guiones originales nominados se encuentran:

Carmín tropical, de Rigoberto Perezcano, que cuenta el regreso de Mabel a su pueblo de origen para hallar al asesino de su amiga Daniela. Esta película ganó el premio al mejor largometraje mexicano en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia.

González, de Fernando del Razo Christian Díaz, estrenada este año en el circuito comercial, cuenta la historia de un hombre desesperado por salir a flote y liquidar sus deudas, que encontrará en la religión el posible camino para salir de sus problemas.

Güeros, de Alonso Ruizpalacios y Gibrán Portela (este último, ganador del Ariel el año pasado junto con Lucía Carreras y Diego Quemada-Diez por La jaula de oro). La gran favorita para muchos, es la película mexicana que más premios nacionales e internacionales recolectó el año pasado, entre ellos el de Mejor Ópera prima en Berlín. Narra el encuentro entre Sombra y su hermano menor, Tomás, quien lo visita en la ciudad de México tras ser enviado allá por su madre, quien ya no lo soporta. En el marco de una huelga en la UNAM, los hermanos emprenden un viaje para encontrar a un legendario músico que escuchaban cuando eran niños.

Guten tag, Ramón, de Jorge Ramírez-Suárez, una película que sorprendió por la excelente aceptación que tuvo entre el público durante su recorrido en las salas comerciales el año pasado. Nos muestra la historia de Ramón, un joven de una ranchería del norte del país, que se niega a ser delincuente y decide buscar a la tía de un amigo en Alemania, quien le dará trabajo.

Y finalmente, La dictadura perfecta, de Luis Estrada y Jaime Sampietro, otra de las películas que robó la atención de la audiencia durante su estreno en cines (la mexicana más taquillera del 2014) y recientemente en la plataforma digital Netflix. En la película, tras un error público cometido por el presidente de la república, una televisora intenta desviar la atención revelando un video que involucra crímenes del gobernador Carmelo Vargas, quien poco después hace un contrato con dicha televisora para cambiar su imagen y convertirlo en una estrella política.

Y aunque a partir del año pasado las categorías del Ariel aumentaron de ternas a quintetas, el apartado de guión adaptado sigue quedándose con tres representantes nominados (curioso que el Ariel comenzó nominado sólo guiones adaptados y hoy son los que menos encontramos). Este año los guiones que compiten por esta estatuilla son las casi desconocidas Canon (Fidelidad al límite), de Mauricio Walerstein, Claudia Nazoa, Federico Reyes Heroles y La fórmula del doctor Funes, de José Buil (basado en el cuento de Francisco Hinojosa), además de la controvertida Obediencia perfecta, de Ernesto Alcocer y Luis Urquiza, basada en el libro Perversidad del mismo Alcocer.

¿Quién ganará?


Artículo para Plot Point.

lunes, 16 de marzo de 2015

La importancia de un buen comienzo




En una escena de Annie Hall (1977), Alvy (el personaje interpretado por Woody Allen) se molesta con Annie (Diane Keaton) cuando ésta llega tarde a su cita en el cine. Un empleado de la sala les dice que la película lleva apenas dos minutos de iniciada, así que no está tan mal, ¿o sí? ¡Pues claro que sí! Alvy hace un berrinche porque ya es demasiado tarde pero Annie no entiende por qué tanto alboroto… ¡sólo se han perdido dos pequeñísimos minutos de la película!

Yo sí que entiendo al pobre Alvy y por eso aplaudo su decisión de irse a otro cine (aunque después deba lidiar allá con un insoportable profesor y su “vasto” conocimiento cinematográfico). Yo también soy de los que tiene que ver una película desde el minuto 0, desde los logos de entrada, si no, NO CUENTA. Cuando la hora de la función se acerca peligrosamente y yo sigo atrapado en el trayecto al cine, detesto escuchar la famosa línea: “¡Si alcanzamos! Son 10 minutos de comerciales”, pues aunque hay mucha certeza en eso (tan solo 5 de esos 10 minutos de publicidad se los chinga el Partido Verde), tengo incluso la necesidad de estar listo en mi butaca para el momento en que se apagan las luces.

Estoy seguro de que Alvy, al igual que yo, no quería perderse lo que hoy conocemos como la Imagen de Apertura gracias al famoso libro ¡Salva al gato! de Blake Snyder. Para mí es muy importante diseñar este momento con suficiente cuidado desde el guión. Se trata de la primera impresión que tendrá el público de tu película y desde ahí puedes dejar claro el género, el tono, el ritmo y el estado de ánimo en el que piensassumergir al espectador.

Dicen por ahí que tienes unas quince páginas de guión para enganchar a tu audiencia, algunos otros dicen que hasta más; incluso la cadena Cinépolis tiene su famosa Garantía en la que, si la película "garantizada” por ellos no te gusta en sus primeros 30 minutos, te regalan un boleto para otra función.

¡Pues las cosa no es así! La película debe sorprender desde el primer plano; desde la primera secuencia. Es el equivalente en la literatura a la primera frase: “En un lugar de la Mancha…”, “Vine a Comala porque…” o “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…” Estas palabras se quedan contigo para siempre, y no solo porque estuviste obligado a leerlas en la prepa.

Es una idea muy romántica, sí, pero podríamos asegurar que el cine nació con una de esas grandes e inolvidables imágenes con La llegada del tren a la estación, de los hermanos Lumière.

Igualmente, una de mis películas favoritas sorprendió al público con su imagen inicial por allá en 1977 (Qué buen año, ¿no?): en medio de un vasto mar de estrellas emerge la cálida superficie del planeta Tatooine y sus dos soles; una pequeña Nave Rebelde atraviesa el cuadro y poco después una imponente Nave Imperial la sigue, cubriendo casi por completo la pantalla... ¡WOW!

¿Y a qué voy yo con todo esto? Pues a que, estimados y estimadas lectores y lectoras, están ustedes en este momento frente a la Imagen de Apertura de nuestra Revista "Plot Point", un proyecto que emprendí junto con mis compañeros de la generación de guión “Las abuelitas” del CCC a principios de este año, y al que le hemos puesto todo nuestro esfuerzo y cariño. ¡De verdad que sí!

Hemos trabajado en este primer número consientes todo el tiempo de que se trata de la primera impresión que daremos al público. Tenemos la misión de atraparlos desde ahora, ¡no hay una segunda oportunidad!

Por ahí dicen que lo que bien empieza, bien termina. En un proyecto de esta naturaleza pensar en que “termine bien” no es precisamente lo mejor, pero sí nos gusta pensar que aquí, como en las películas “lo que bien empieza, mejor se va poniendo”. O al menos así debería de ser… Y así será, ¡se los prometo!

ABRE DE NEGROS:

INT. PLOTPOINT.MX

El guión de cine como obra terminada es el tema de portada. Divididos en 5 secciones, 22 textos originales escritos por un total de 23 colaboradores, esperan a que el lector de el primer clic y siga leyendo hasta el final.


Columna para Plot Point.

Los guiones ganadores del FICG


México es un país “festivalero”. Desde hace mucho tiempo han convivido aquíun gran número de festivales culturales, y de entre todos ellos, los que están dedicados al cine se han convertido en los grandes favoritos, por lo menos en la última década. Hoy tenemos casi un centenar de estos eventos, en distintos lugares, con distintas temáticas y para todos los gustos. Tan solo el directorio de la Red Mexicana de Festivales Cinematográficos registra actualmente un total de 80 miembros, entre festivales, muestras, foros, mercados, expos y demás proyectos dedicados a promover la cultura fílmica.

¿A qué debemos esta proliferación de festivales de cine? Pues a varias cosas: a que el cine mexicano goza hoy de un “buen estado de salud”, a que en México hay un público particularmente cinéfilo, a que los festivales se han convertido en circuitos alternativos de distribución para muchas películas y, principalmente, a que este tipo de eventos se han vuelto muy valiosos para el sector turístico de distintas entidades.

De todos estos festivales que hoy podemos encontrar, hay uno que vino primero, antes que cualquier otro y en un momento especialmente difícil para el cine nacional: Guadalajara. Nacido en 1986 como la “Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara”, el hoy llamado “Festival Internacional de Cine en Guadalajara” (FICG) acaba de concluir su edición número 30, confirmando año con año su relevancia en el circuito festivalero nacional e internacional.

Guadalajara es un festival ENORME. Presenta siempre una amplísima programación con particular atención en las actividades de industria, además de actividades formativas, un encuentro de coproducción y varias secciones oficiales y paralelas. Es por esto que el FICG finaliza siempre cada edición con un palmarés muy extenso.

Por fortuna entre tanto premio aquí no se han olvidado de distinguir con un “Mayahuel” a los mejores guiones de las películas en la competencia oficial, y con la trigésima entrega del FICG recién finalizada, es un buen momento para recordar estos guiones galardonados desde su edición número 22, celebrada en el ya lejano 2007, hasta la fecha:

22º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
Párpados azules (2007)
Guión: Carlos Contreras / Dirección: Ernesto Contreras

23º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
Mataharis (2007)
Guión: Icíar Bollaín y Tatiana Rodríguez / Dirección: Icíar Bollaín

Mejor Guión de Largometraje Mexicano de Ficción
Desierto adentro (2008)
Guión: Laura Santullo y Rodrigo Plá / Dirección: Rodrigo Plá

24º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
Retorno a Hansala (2008)
Guión: Chus Gutiérrez y Juan Carlos Rubio / Dirección: Chus Gutiérrez

Mejor Guión de Largometraje Mexicano de Ficción
Crónicas chilangas (2009)
Guión: Carlos Enderle / Dirección: Carlos Enderle

25º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
Zona sur (2009)
Guión: Juan Carlos Valdivia / Dirección: Juan Carlos Valdivia

Mejor Guión de Largometraje Mexicano de Ficción
Las buenas hierbas (2010)
Guión: María Novaro / Dirección: María Novaro

26º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
El mural (2010)
Guión: Héctor Olivera / Dirección: Héctor Olivera

Mejor Guión de Largometraje Mexicano de Ficción
Abolición de la propiedad (2011)
Guión: Jesús Magaña / Dirección: Jesús Magaña

27º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
El páramo (2011)
Guión: Jaime Osorio / Dirección: Jaime Osorio

Mejor Guión de Largometraje Mexicano de Ficción
Diente por diente (2011)
Guión: Miguel Bonilla / Dirección: Miguel Bonilla

28º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
El efecto K. El montador de Stalin (2012)
Guión: Valentí Figueres y Helena Sánchez / Dirección: Valentín Figueres

29º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
Ciencias naturales (2014)
Guión: Matías Lucchesi y Gonzalo Salaya / Dirección: Matías Lucchesi

30º FICG
Mejor Guión de Largometraje Iberoamericano de Ficción
La delgada línea amarilla (2015)
Guión: Celso García / Dirección: Celso García


Artículo para Plot Point.