Lo entiendo muy bien. Escribir como dicen, "con el estómago", es una de las sensaciones más satisfactorias que hay. Aprovechar toda esa emoción acumulada en el cuerpo, canalizarla hacia las manos y expulsar todo sobre la página en blanco. De esta actividad muchas veces salen los textos más honestos, los más vivos y los más memorables. Pero cuando la emoción dominante es tan “barata” como la rabia, el buen escritor debe aprender a controlarse, pues lo que más fácil aparece entonces son las ofensas, las agresiones o las calumnias.
Me había ido a dormir anoche con una sonrisota. En primer lugar porque, justo antes, me eché un episodio más de “Unbreakable Kimmy Schmidt”, la nueva serie de Tina Fey en Netflix; pero sobre todo, porque recién había terminado de escribir los dos textos que firmo en el primer número de nuestra nueva revista digital “Plot Point”. Además de eso, había leído ya todos los otros textos que conformarán la revista este mes (muchas plumas escriben aquí, ¡muchas!) y estaba sinceramente entusiasmado. Ofreceremos contenido de muchísima calidad a nuestros lectores, no cabe duda. Estoy muy orgulloso de este proyecto. Desperté hoy con la idea de hacerme un café, leer la obra de Chejov que analizaríamos más tarde en clase de Literatura Dramática e irme a la escuela a encontrarme allá con esos buenos amigos con los que emprendí la aventura de esta gran revista. Pero el tono del día cambió por completo.
Aarón Romera había publicado una nueva entrada en su famoso blog “El inquilino guionista”, la cual yo protagonizaba bajo el título
“La traición al guionista”. No creo que haya una palabra peor con la que puedas ser relacionado. Empecé a leer. No pude acabar ni el primer párrafo la primera vez. Nunca antes había experimentado este tipo de malestar. Me afectaron mucho esas palabras, debo aceptarlo. Esas palabras escritas, evidentemente, bajo el mal consejo de la rabia. Lo malo aquí es que yo no alcanzaba (ni alcanzo aún) a entender el origen de tanto encabronamiento. No tiene ningún sentido. ¡Ninguno!
A principios del año, Aarón me llamó para platicarme de sus planes con El inquilino guionista, quería que yo fuera parte de ellos. Que juntos diéramos el siguiente paso de ese proyecto. Yo me emocioné mucho y empecé a sacar un montón de ideas. (Sí, era YO el de las ideas). Le dije que para la próxima reunión le tendría una propuesta concreta para volver El inquilino.. una página más en forma, con contenido original sobre guión. Aarón incluso me pidió que invitara a quien quisiera al proyecto, que yo mismo armara mi equipo, y pensé inmediatamente en mis compañeros de guión del CCC, mis estimadas “abuelitas”. Hablé con ellos sobre esto, lo preparamos bien y poco después nos reunimos TODOS con Aarón para presentarle la propuesta de la entonces llamada “Revista El inquilino” (éramos ocho personas ahí presentes, seis de mi equipo y dos de El inquilino…). ¡Aarón odió la idea! Dijo que no era lo que quería para su página, que él buscaba más la formación de una especie de “agencia” de noticias de guión en español, que actualizara muchísimo todos los días. Nuestra propuesta era una revista bimestral mucho más tradicional, con un tema de portada, distintas secciones, entrevistas, ensayos, crónicas, artículos de investigación, etc. Aarón dijo que era un formato “anticuado”, pero que si queríamos hacerlo nosotros, lo hiciéramos por nuestra cuenta. Y eso pasó. Habíamos invertido ya tanto tiempo en el proyecto que decidimos no botarlo y llevarlo a cabo por nuestro lado. Y así nació “Plot Point”, sin nada oculto, ni traición alguna. Los seis de mi equipo le dejamos claro a Aarón en esa misma reunión que no podíamos apoyar un proyecto de noticias de guión tan demandante como el que él buscaba en ese momento (su idea era volver guionnews.com un periódico), pues todos teníamos muchos otros compromisos, además de que seguimos en la escuela.
En ese mismo tiempo, yo me reunía con Aarón frecuentemente para trabajar con él en un guión. El origen de este guión era una sinopsis de cuatro cuartillas que él había escrito con alguien más. En algún momento del año pasado, cuando Aarón me conoció en el taller que impartió Gibrán Portela (organizado por El inquilino guionista), él me buscó para decirme que le gustaría escribir este guión conmigo, y yo acepté. En una de estas últimas reuniones que tuvimos incluso me llegó a preguntar: “¿Y sí van a hacer la revista?”, y yo, con toda la claridad del mundo le dije siempre: “SÍ”. Él lo sabía. “Plot Point” NO apareció de la nada frente a él este fin de semana.
En su entrada de blog, Aarón también menciona un guión. Esta parte es muy confusa para mí. ¡De verdad que no entiendo nada! Supongo que se refiere a ese guión en el que estábamos trabajando juntos, pero avanzamos muy poco en él, todo sobre apuntes y a nivel de argumento. Nunca llegamos a escribir siquiera un encabezado de escena. ¿Y ahora dice que me lo robé y lo vendí? O algo así, ¿no? De verdad no entiendo. Nunca he vendido un guión en mi vida, ni conozco productores, ni los he buscado (¿dónde los encuentra uno? ¿en Google Maps?), ni tengo contactos en el IMCINE, ni NADA de eso… es más, todavía desconozco todo sobre el tema ese de “cuánto cobrar por un guión”. Si realmente, después de tanto esfuerzo, lograra la producción de alguno de mis guiones, sería uno de esos que están en mi cajón, proyectos personales a los que tanto cariño les tengo y con los que siento una verdadera conexión emocional, no esa comedia extraña que escribía con él y a la que, sinceramente, todavía no le agarraba bien la onda. No soy un aprovechado ni ventajoso como me presenta ese texto. Trabajé por cinco años organizado un festival en Celaya donde nunca recibí un peso a cambio (pero sí perdí varios). Hasta la fecha no he ganado dinero como guionista. Hoy vivo aquí y como gracias al dinerito que mis papás me depositan cada semana mientras sigo en la escuela. Ahí sí que perdió la cabeza este señor, parece que no me conociera en lo absoluto, que hablara de alguien completamente diferente, alguien a quien yo tampoco conozco.
Además menciona un festival de guión que al principio también me confundió. Hasta mi segunda lectura comprendí que habla de otra cosa aquí, de otra “traición” de la que fue “víctima” el año pasado. Supuestamente yo ahí ya no pinto, pero igual me sacó de onda porque al mismo tiempo que rechazaba nuestro proyecto de revista en aquélla junta, sí se interesaba por otro que yo le presenté (ese mismo día, inmediatamente después) para una Convención de Guionistas. Este proyecto fue una idea mía que quise proponerle para sustituir su evento llamado “La noche del guión” este año y así ofrecer una experiencia más completa, más extensa y más formal. En algún momento yo decidí abandonar también este proyecto porque dentro del pequeño equipo que estaba trabajando en él se suscitaron algunos problemas que yo asumí como un mal síntoma y que terminarían por causarnos conflictos más graves en el futuro. Cuando esa vez le expresé mis dudas y dije que no continuaría (por facebook) me atacó y, aunque traté de hacerle entender mi decisión (incluso le propuse hablarlo personalmente), siguió con sus ataques, por lo que simplemente dejé de responder. Por eso dice que “desaparecí”. No es cierto. Yo aquí estoy, aquí sigo, en mi misma casa, en la misma escuela y con los mismos planes. Incluso seguía dándole “like” a algunas publicaciones suyas en El inquilino guionista, como siempre. Es increíble el daño que puede causar no responder un inbox en facebook.
Insiste también con que yo no tengo talento alguno, que vivo de absorber las ideas de los demás. ¿Por qué entonces me invitó a escribir con él y a formar parte de una nueva etapa de "El inquilino"? La verdad es que yo nunca invitaría a una persona sin aptitudes ni al menos un poquitito de talento a sumarse a alguno de mis proyectos . Es ridículo, ¿no?
Para mí ser guionista todavía sigue siendo un sueño, uno que muy probablemente termine junto con este año, cuando salga de la escuela y la ilusión desaparezca. Entonces, si se cumple eso de “origen es destino”, yo volveré a mi pueblo, y si las cosas van bien, volveré a dar clases de cine a chicos de prepa y a emborracharme de martes a sábado; si no sale tan bien, quizás aprenda a hacer gorditas de queso o cacahuates en vinagre (máximo aporte culinario de Cortazar, Gto. al mundo). Y es que no he vendido ningún guión como él dice, ni siquiera sé cómo hacerlo, me falta ese TALENTO.