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jueves, 7 de agosto de 2014

COLUMNA: ¿Quién te invitó al GIFF?


El amor que siento por el Festival Internacional de Cine Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés) es incalculable. Hace años, cuando el festival aún se llamaba “Expresión en Corto” y estaban celebrando su novena edición (con Francia como país invitado), lo visité por primera vez. Era el 2006 y yo tenía 15 años, fui con mi papá, sólo estuvimos un día. Este maravilloso evento abrió mis ojos, me cautivó, confirmó mi amor por el cine (por un cine distinto, que empezaba a conocer) y me motivó a dedicarme a esto toda mi vida. Así.

Para cualquier amante del cine en nuestro estado, el GIFF representa un gran tesoro, una visita obligada y una oportunidad única. Desde aquélla (ya lejana) novena edición, he ido a Guanajuato cada verano de manera ininterrumpida para disfrutar de este gran festival. La experiencia, obviamente, ha sido muy distinta cada vez, desde la compañía (he ido con familia, con amigos de la prepa, con amigos de la universidad en Guadalajara, con amigos del CCC…) hasta mis compromisos adquiridos en con el GIFF (en 2008 cubriéndolo como prensa, en 2010 dirigí un corto en el Rally Universitario, en 2011 y 2012 tuve cortometrajes en la selección oficial y este año fui como invitado).

En estos años (nueve) he tenido la oportunidad de ver al GIFF avanzar, transformarse, redefinirse y crecer. Nunca olvidaré los videos promocionales del 2006, el año en que Tim Burton sería el gran invitado internacional (pero que finalmente nos visitó hasta el 2007), ahí Sarah Hoch, directora y fundadora, decía que “Expresión en Corto” era para los jóvenes, un festival de realizadores, no de estrellas y glamour, que nunca veríamos ahí una alfombra roja. Y era cierto, entonces ese era el espíritu, el festival mexicano más importante para los cortometrajes (una joya de selección la que presentaban en este rubro, tanto nacional como internacional), era como nuestro Clermont-Ferrand (hasta en la presentación del complicado programa de mano se parecían). El festival abrazaba a su público y éste respondía el gesto con sinceridad.

De eso hoy, lamentablemente, queda poco… pero queda. El proyecto de Identidad y Pertenencia, en el que realizadores guanajuatenses cuentan historias de Guanajuato es de lo más valioso, así como el icónico Rally Universitario (sin duda, el principal sello de identidad del GIFF), una experiencia maravillosa que ha dado grandes resultados en seis años. El corto ganador del premio del jurado esta vez, “El verano del cerillito” (del CUEC), es una lindura. Lo único que no me gusta del Rally (y que incluso me incomodó cuando yo fui participante) es ese ambiente de “intercolegial de baile” (como lo definió mi buen amigo Toño), de porras, gritos, pompones, matracas y trompetas. Acá estamos haciendo CINE, amigos, y la proyección de los cortos del Rally siempre convierte la sala de cine en estadio de futbol, o en el auditorio de una escuela preparatoria.

Me gustaría también destacar que en Guanajuato las proyecciones y eventos siempre han sido gratuitos para el público, una verdadera maravilla, pero aquí hay de otra, pues el GIFF (a diferencia de los otros dos grandes del país: Morelia y Guadalajara) está financiado casi en su totalidad por el Gobierno del Estado, y realiza sus proyecciones principales en espacios públicos, teatros y auditorios, no en salas de cadenas comerciales. A pesar de esto, el público en general cada vez tiene menos oportunidad de entrar a ver muchas de las películas. Este año, por ejemplo, cuando intentábamos entrar al auditorio del estado para ver el desastroso y risible remake de “Más negro que la noche”, se le dijo al público que ya no había lentes (la proyección era en 3D), por lo que la gran mayoría no pudo verla. Bueno, la cosa es que sí había lentes, sólo que eran para los actores, prensa e invitados especiales. “¿O sea que este es un festival para V.I.P.?”, preguntó furiosa una mujer del público a uno de los voluntarios cuando se dio cuenta del engaño. Y esta historia se repite con las películas de inauguración y clausura, o los homenajes y galas en el Teatro Juárez. Ahí, la alfombra roja se impone como la única entrada, y créanme, ningún mortal pasa por ahí… Esa deslumbrante y maldita alfombra roja que nunca debió aterrizar en nuestro festival (sí, porque los guanajuatenses tenemos derecho a llamarlo nuestro).

Estas dinámicas de alfombra, con desfile de estrellas y moda, además le han traído al GIFF otro mal que terminará por hundirlo si no se hace algo pronto: el retraso en las funciones del programa. Y no hablo de retrasos de 15 minutos, o media hora, llegué a ver una película que inició un poco más de dos horas tarde… ¡dos horas!

El asunto de elitismo que año con año se intensifica en el GIFF me da mucha tristeza. Los que veían mi gafete me preguntaban: “¿De qué vienes?”, y horrible esa pregunta es muy común ahora. Cada gafete, con sus distintos colores, significa qué tan importante o qué tan poco importante eres para el festival: negro, blanco, gris, morado, naranja, rojo, azul, verde, rosa. El gafete dice a dónde puedes entrar y a dónde no, a qué tienes derecho y a qué no (a un buen trato, a un trato decente, a un trato indiferente, a ningún tipo de trato) y define totalmente la experiencia que tendrás en el festival.


Yo llevaba esta vez (por primera vez) el rojo, de invitado, y me di cuenta que no basta sólo con tenerlo, eso no significa nada ya, lo que importa es: “¿Quién te invitó?”. Esa pregunta me la hicieron montón de veces, hasta hice burla de ello entre mis amigos, parece que la respuesta correcta era “Valeria”, o algo así, porque alguien que respondió con ese nombre sí se llevó sus pulseras para la fiesta de inauguración y esas cosas coquetas. Cuando yo quise pedir la mía, después de que me preguntaran por enésima vez “¿Quién te invitó?”, me dijeron que tenía que verlo con Julia, así nomás. Hasta el día de hoy no sé quién sea ella.

La falta de información entre los organizadores y voluntarios sobre el mismo evento es evidente siempre. Parece que nadie sabe nada. Y es que el festival programa tantas actividades que hay algunas que nomás se pierden por ahí. A una amiga los organizadores nunca pudieron darle información sobre el taller de dirección al que asistiría.

Les contaré la verdad, el gafete que más disfruto es el que llevé el año pasado: ninguno. Ir con tus amigos a ver un montón de películas y cortos, escuchar algunas conferencias, pasear por la bellísima ciudad y platicar sobre todo eso, es lo mejor que puedes vivir en un festival de cine. Y para eso, el GIFF siempre podrá ofertar grandes cosas. El gafete nomás está chido para tomar un montón de refresco y atascarte de pasta gratis en el Hospitality Suite (¡porque este año ni chelas hubo!).

Las funciones en el panteón, por ejemplo, son una maravilla. Este vez Roger Coman presentó ahí sus películas, personalmente, y a mí me tocó ver la estupenda “El péndulo de la muerte”. Otras joyitas que vi: “A most wanted man”, del homenajeado internacional Anton Corbijn, “Is the man who is tall happy?”, de Michel Gondry (luego de una conferencia virtual con el público del GIFF que nunca funcionó), “”Pulp: a film about life, death and supermarkets”, la ópera prima mexicana “Los bañistas”, de Max Zunino, y algunos cortometrajes mexicanos como “El modelo de Pickman”, de Pablo Ángeles y “Ramona”, de Giovanna Zacarías.

A pesar de mi tono melancólico y un tanto berrinchudo, sé que el GIFF necesitaba evolucionar y darle espacio a todo lo que hoy me incomoda un poco. Aún así, no dejo de agradecer la existencia de este espacio tan importante para todos los cineastas y amantes del cine en Guanajuato y el resto de nuestro país. Nos han traído a Oliver Stone, Gaspar Noé, Tim Burton, Peter Greenaway, Spike Jonze, Spike Lee, Park Chan-Wook, Danny Boyle, Darren Aronofsky… ¡y un montón más! Ya con eso los perdono.

El próximo año, con Turquía como invitado de honor, el GIFF cumple su mayoría de edad, y sé que lo seguiremos viendo transformarse cada edición.

Después de todo, de eso se trata, ¿no? Renovarse o morir, es lo que dicen… Igual sigo creyendo que el alma del festival necesita ser rescatada… ¡más cine (para el público), por favor!


Columna para: Guanajuato Informa